Publicado por: Pandora

LA MIRADA DEL SAMURÁI ** Antonio Pedro Pérez ** Artículo

Coincidiendo con centenario del nacimiento de Akira Kurosawa, están previstos múltiples eventos al respecto en nuestro país, lo que viene a corroborar el legado que este genio cinematográfico ha dejado a los amantes del buen cine.

Estos actos se celebrarán a lo largo del 2010 y abarca desde conferencias, proyección de películas, presentación de libros y una exposición de dibujos de Kurosawa, que se titula “La mirada del samurái”. En el siguiente enlace podéis visitar con más detenimiento todos los actos previstos, con fechas y ciudades: Año Kurosawa 2010.

Nació en Tokio en 1910, descendiente directo de samuráis. De muy joven destacó en facetas artísticas como la pintura, aunque pronto se decantó hacia el cine dando clases de dirección. Fue contratado para realizar películas, topando con la censura nipona de la época que lo acusaba de “muy occidental”. Por aquellos tiempos en Japón sólo estaba bien visto todo lo que enalteciera a la patria. Kurosawa, que se había “empapado” del cine que venía de occidente y de directores como John Ford, se vio obligado a realizar películas propagandísticas de la cultura japonesa. Pasados unos años de la Segunda Guerra Mundial, Japón abrió sus fronteras y Kurosawa aprovechó para realizar su primera obra maestra, una película que mostró al resto del mundo el cine japonés: Rashomon. Fue acogida con un gran éxito de crítica y público, consiguiendo varios premios como el León de oro y el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.


Pero Rashomon es eso y mucho más, posiblemente sea la primera película en la que se utilizó la técnica del flashback como modo narrativo. Kurosawa utiliza esta técnica de narrativa discontinua” de forma magistral. Película de bajo presupuesto, nos presenta tres localizaciones de la trama, la puerta derruida de Rashomon, templo budista en las afueras de Kioto, en donde se reúnen tres personajes, un leñador, un peregrino y monje. Los tres establecen un diálogo sobre un suceso acaecido en el lugar: el asesinato de un samurái y la violación de su mujer a manos de un ladrón, bajo el hilo conductor de una intensa lluvia, el leñador, único testigo de los crímenes, va contestando las diversas preguntas que le hacen sus acompañantes. La segunda localización es el bosque, donde se desarrollan los acontecimientos y la tercera es la comisaría de policía donde son interrogados, el ladrón, la esposa violada, el muerto (utilizando una “médium” para ello) y el leñador como testigo. Se da la circunstancia de que los cuatro cuentan hechos muy diferenciados entre sí. ¿Quién dice la verdad?, nos pregunta Kurosawa, ¿por qué cada uno tiene una visión distinta de los acontecimientos?, ¿qué gana incluso el samurái muerto con no decir la verdad?

Esta manera de apreciación es lo que se conoce como “El efecto Rashomon”, es decir distintas y encontradas apreciaciones de los testigos presentes en un determinado hecho. El ladrón, es el primero en ser interrogado, arrogante, relata que vio pasar al samurái con su esposa mientras descansaba en el bosque y que le poseyó un deseo de codicia que le impulsó a poseer a la dama, (como dice el Dr. Lecter en El silencio de los corderos: “Codiciamos lo que vemos”); mediante artimañas logra engañar al samurái, ofreciéndole joyas a buen precio y en un descuido de éste lo reduce. A continuación viola a su mujer y cuando se dispone a marcharse, ésta le pide que mate a su marido, puesto que después de la violación no puede seguir con él. El ladrón desata al marido y mantiene una feroz lucha en la que da muerte al samurái.

La esposa comenta en el interrogatorio que después de ser violada el ladrón huyó del lugar, que ella a continuación se quiso abrazar a su marido, pero que se encontró con la mirada de desprecio de este, entonces ella le ofrece una daga para que la mate, perdiendo el conocimiento en ese momento. Cuando lo que recobra, su marido yacía muerto en el suelo. Ella se autoinculpa de la muerte ante el comisario de policía que la interroga.

Es curiosa la versión de los acontecimientos que relata el marido. Ésta se hace a través de una “médium”. Según el marido, después de la violación el ladrón le pide a su esposa que se vaya con él, puesto que su marido ya no la querrá. Ésta accede pero le pide que lo matel. El ladrón se acerca al marido y agrediéndolo le dice que si quiere que lo mate. Su mujer horrorizada huye del lugar, el ladrón lo desata y se va, el samurái ve la daga de su mujer y se suicida a causa de su honor mancillado, pero antes de morir observa cómo se acerca alguien y le saca la daga.

La versión del leñador no se produce en el cuartel ante el comisario, (aquí calla su versión de los hechos para no verse comprometido), si no en Rashomon ante el monje y el peregrino, cómo único testigo presencial de los hechos desmonta todo lo anterior, dice que el ladrón después de la violación se ofrece para casarse con ella, la mujer le pide que luche con su marido, y si lo mata se iría con él. Cuando se acerca al samurái y lo desata, éste se niega a luchar por ella, dice que esa mujer no merece la pena, entonces el ladrón también la desprecia, lo que incita a la mujer a responder con gran vehemencia hacia los dos, obligándoles a luchar. Kurosawa nos presenta una lucha cobarde, nada caballerosa, el ladrón da muerte al samurái cuando este estaba desarmado y después huye. La esposa también huye del lugar.

Todo esto provoca la controversia en la conversación mantenida en el templo de Rashomon por el monje, el peregrino y el leñador. El primero dice que si no se puede confiar en las personas, el mundo es un infierno; el peregrino, con gran cinismo comenta que la última versión es la más creíble y el leñador dice que todos mienten, mientras el monje se lamenta, el cínico le dice: no te atormentes, coge la versión más creíble para ti y quédate con esa.

Kurosawa
nos tiene preparada una última sorpresa. Cuando el peregrino increpa al leñador preguntándole por la daga desaparecida y acusándole de apropiársela, se escucha el llanto de un niño recién nacido. El peregrino recorre las estancias del templo derruido hasta que encuentra al niño, le despoja de parte de sus ropas, lo que provoca la indignación del monje y del leñador. El peregrino se marcha con las ropas del niño. El monje, horrorizado, se hace cargo del niño. El leñador en un acto de humanidad se lo pide y le comenta que tiene varios hijos y que puede cuidar del pequeño. El monje se lo da, acabando la película de tal manera. Parece como si el mensaje final fuera: La verdad no existe.

Como ya hemos comentado Kurosawa emplea de manera genial el flashback. En ningún momento decae la trama. La fotografía en blanco y negro es excelente. Kurosawa empleó efectos especiales como tintar el agua que simulaba la tormenta, o la colocación de espejos en el bosque para potenciar la luz y dar efectos de luminosidad. La ubicación de los personajes dando efecto de profundidad es magnífica. Toshiro Mifune, (el señor Toranaga de la serie Shogun), actor fetiche de Kurosawa, da vida al ladrón. Hace una interpretación histriónica, totalmente creíble su personaje de ladrón fanfarrón y pendenciero. Los demás actores están a su nivel, resultando en su conjunto una de las mejores joyas que nos ha dado el séptimo arte.

Por citar algunas otras películas de Akira Kurosawa, podemos citar adaptaciones de obras de Shakespeare como Trono de sangre (Macbeth) o Ran (El Rey Lear)(por Ran fue candidato al Óscar al mejor director en 1985). También adaptó a Dostoievski con Hakuchi (El idiota). Dirigió películas magníficas como Kagemusha, Dersu Urzala (Óscar a la mejor película de habla no inglesa en 1975), Los siete samuráis, basada en un relato de Esquilo y de la que se han hecho remakes” como Los siete magníficos de John Sturges. En 1990 fue galardonado con el Óscar honorífico a toda su carrera. En fin, un genio del cine que nos dejó en 1998 y del que ahora se celebra un siglo de su nacimiento.

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