Pero vayamos por partes. He escrito artículos sobre cine y ópera, y uno sobre rock. Voy a desgranar todo esto aunque sea de forma somera (que para eso la gasolina se ha acabado ya) e incluso al final del artículo aclararé una paradoja que se ha dado y que con el final de Pandora no he podido subsanar.
Empecemos por la ópera. Esta sección se llamó “El buque fantasma”. La ópera de Wagner, “El holandés errante”, tiene por subtítulo “El buque fantasma”, de ahí el nombre de la sección. En el primer número de Pandora escribí, como no podía ser de otra manera, sobre “Turandot”, ópera inconclusa de Giacomo Puccini, y digo lo anterior, porque es mi ópera favorita, y por lo tanto fue la primera. En otro artículo quise escribir sobre los castrato y todo el mundo que los rodeaba, con toda su carga de éxito y gloria y su mundo de miseria. En otro traté sobre Verdi, en “La esclava etíope”. Lógicamente me refería a “Aída”, con momentos cumbres como su marcha triunfal y el aria “Celeste Aída”, sin olvidarnos del patinazo de Roberto Alagna en La Scala de Milán al representar la ópera. Otro artículo fue dedicado a “Carmen”, posiblemente la sevillana más universal, que me sirvió de escusa para visitar El Liceo barcelonés. Ya en el artículo le di cera de la que arde al escenógrafo Calixto Beitio, de infausto recuerdo. Dejémosle en paz. Otro se lo dediqué a Sevilla, a óperas inspirada en Sevilla. Le dediqué otro capítulo - “La extraviada”- a la gran versión de La Traviata que vimos en el Maestranza con una Cantarero sublime y una escenografía de Zeffirelli espectacular. Allá por el mes de julio, “El buque” dio un giro de ciento ochenta grados, y publiqué un artículo llamado “El rey lagarto”, dedicado a Jim Morrison, líder de la banda The Doors. Hay una tumba en el cementerio parisino de Père-Lachaise que es visitada por miles de personas de todo el mundo, especialmente el tres de julio, aniversario de la muerte de Morrison.
En el plano cinematográfico empecé con “Armas, mujeres y relojes suizos”, un pequeño homenaje a Howard Hawks, gran director de western, comedia, cine de aventuras, etc. Después escribí sobre Kurosawa y esa obra maestra que es ”Rashomon”, los hermanos Coen y su película “Fargo”. Por supuesto, no podía faltar John Ford y “El hombre tranquilo”. Quizás algún día, también vaya yo a Innesfree a encontrar paz interior. Escribí sobre una de las películas que más me han impactado, “Blade Runner” de Ridley Scott y el genial monólogo del replicante: “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhauser... Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. ¡Es tiempo de morir!”… ¡Como lágrimas en la lluvia! Es sencillamente genial.
Y Berlanga… Sobre Berlanga quise escribir una trilogía, pero por mor de un desastre interior, sólo publiqué el primer capítulo, donde traté “Bienvenido Míster Marshall”, “Calabuch”, etc.
La paradoja se dio en el “El buque fantasma”. Veréis. Desde pequeño, diez u once años, mi inclinación musical se fue primero hacia Liverpool y Manchester, Beatles y Rolling Stones, y más tarde al movimiento de la costa oeste californiana. Vamos, rockero desde los pies a la cabeza. Pero mi padre era wagneriano, y como en aquel tiempo no había equipos de alta fidelidad, y si los había no estaban al alcance de cualquier familia de clase media, pues se tenía que conformar con Radio Nacional. En los programas de música de dicha radio, se podía escuchar a los mejores intérpretes y orquestas del momento. Mi padre cuando consideraba algo digno de escucharse decía “Antonio, ven un momento”. Yo acudía solícito y escuchaba lo que me proponía, “mira, Antonio, ésta es “La cabalgata de las Valkirias” y ésta otra es “Tristán e Isolda”, y de ahí nació mi amor a la música clásica y a la ópera en concreto, amor que ha ido creciendo en paralelo y sin estorbarse con mi amor al rock, desde que tenía diez años hasta ahora que tengo… Y ahí está la paradoja: de lo que he escrito nada era sobre Wagner. Bueno, el título de la sección.
Queridos amigos, ha sido un autentico placer escribir estos artículos para todos aquellos a los que les han interesado. Y para los que no, pues también hubiera sido un placer. Hasta siempre, un beso a todos.
Postdata: os dejo unos recuerdos fotográficos de la representación en El Maestranza de la ópera de Wagner “El oro del Rhin”, con escenografía de “La fura dels baus”. Algo espectacular, así lo quería y por eso luchó Wagner, por lo que él llamó el espectáculo total.