Debo confesar que el cine de ciencia ficción siempre me sedujo. Sin llegar ni por aproximación al “frikismo”. Si es verdad que siento pasión por algunas películas del género, quizás por el derroche de imaginación que en ellas se observa o porque nos muestran propuestas desconocidas hasta el momento, claro que al ritmo que avanza en el aspecto científico la sociedad, esto último cada vez se produce menos.
En 1957 Jack Arnold filmó “El increíble hombre menguante”, una película de bajo presupuesto, etiquetada dentro de la serie “B” norteamericana, pero que se convirtió en una joya del género de ciencia ficción. Con anterioridad Fritz Lang había rodado en 1927 “Metrópolis” otra joya del género. La saga de “Star Wars” también se encuentra entre mis favoritas, lo reconozco, soy un admirador de Han Solo y su “Halcón Milenario”.
Sin embargo, hoy no vamos a generalizar sobre el tema, más bien nos vamos a introducir en un atmósfera densa, oscura, lluviosa, unos personajes atrapados por sus circunstancias, por su pasado, por un presente incierto y peligroso, y por un futuro que -como la genial fotografía de la película- podríamos tachar de tenebroso. Aunque por momentos nos transmita un fondo luminoso y parpadeante, éste es tan brillante como artificial.
Ridley Scott, director de origen británico, tuvo a mí entender uno de los comienzos más prometedores de la historia del cine, sus tres primeras películas fueron antológicas: “Los duelistas” (1977), “Alien, el octavo pasajero” (1979) y “Blade Runner” (1982). Ésta última tuvo un estreno en EEUU, poco prometedor, sin embargo fue acogida en Europa con un pleno de público y crítica. Es más, es tal la legión de seguidores que cuando la película salió, años más tarde, al mercado del DVD, arrasó en ventas, sin duda por el afán de sus seguidores de poseerla y revisionarla una y otra vez.
“Blade Runner”, está basada en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip Kindred Dick y nos muestra un mundo decadente, una ciudad de Los Ángeles contrapuesta a como la conocemos, lejos de su luminosidad habitual. Perfectamente podemos hablar de una ciudad de Los Ángeles distópica, una selva caótica de neón. Narra un futuro donde la ingeniería genética ha creado unos seres llamados replicantes, para utilizarlos como esclavos en las colonias existentes en el espacio exterior. Los últimos modelos de replicantes, los Nexus-6 están diseñados a imagen y semejanza de los humanos, aunque con mayor fuerza bruta y agilidad. En cambio carecen de la capacidad de emocionarse y de mostrar empatía. Los replicantes tienen una vida corta, la muerte les viene casi sin aviso, cuando menos lo esperan, aproximadamente cuatro años de existencia.
Tras una sangrienta rebelión (debida al afán de supervivencia) por parte de estos seres, fue creada una brigada especial para combatirlos y “retirarlos”. A esta brigada se le impuso el nombre de “Blade Runner”. Rick Deckard (Harrison Ford), pertenece a esta brigada aunque se encuentra retirado. Es llamado por sus superiores a causa de Holden, un Blade Runner al que le han disparado cuando realizaba la prueba de Voight-Kampff (test de empatía) a Leo (Brion James), supuesto replicante que se ha fugado en compañía otros androides, Roy Batty (Rutger Hauer), Zhora (Joanna Cassidy) y Pris (Daryl Hannah).
Deckard se dirige en compañía de Gaff (Edward James Olmos) a
Deckard y Gaff (este personaje es intrigante, por su estética, su ridículo sombrero y su bastón, el dialecto utilizado por él, la “interlingua”, sus juegos de papiroflexia con los origamis que deja como pistas, todo es enigma y mestizaje en Gaff), visitan el apartamento de Leon en su busca, mientras éste y Roy indagan la manera de llegar hasta
Deckard descubre en el apartamento de Leo unas pistas que le conducen al bar de Taffy, lugar donde actúa la replicante Zhora con un número erótico con serpiente. Ésta al darse cuenta intenta huir por las calles transitadas de innumerables personas, pero Deckar logra “retirarla”.
Gaff le comenta a Deckard que hay que "retirar" a Rachael. Éste la observa en la distancia, momento que aprovecha Leo para desarmarlo y golpearlo salvajemente. Es Rachael la que salva la vida a Deckard al disparar a Leo. De vuelta al apartamento de Deckard, éste mantiene un encuentro intimista con Rachael. Ambos se enamoran. La música intimista de los sintetizadores de Vangelis con la aportación del saxo tenor británico Dick Morrissey logra una conjunción perfecta en ésta escena.
Entretanto, Roy y Pris llegan al apartamento de Sebastian y logran que éste les ayude para reunirse con Tyrell. Cuando logran reunirse con él, imploran por su vida. Para los replicantes, Tyrell era su creador, su padre, piensan que si los ha creado, también les puede cambiar la genética y hacerlos inmortales. Al no conseguir este propósito Roy asesina a Tyrell y Sebastian.
Deckard acude al apartamento de Sebastian después de los crímenes. Allí, le espera Pris para matarlo, aunque es Deckard quien le dispara tras una lucha. Roy regresa, y persigue a Deckard a través del edificio hasta llegar al tejado. Al intentar escapar saltado a otro edificio, queda colgado de una viga. En ese momento Roy le tiende la mano y le salva la vida. Roy se da cuenta que su existencia ha llegado a su fin, la lluvia resbala por su rostro, se sienta y rememora su breve existencia. En tono solemne y con un primer plano de cámara dice: Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. ¡Es hora de morir!. Inclina su cabeza y muere, dejando libre una paloma que retenía en sus manos. La mirada de Deckard acompaña atónita la escena.
Gaff llega poco después, y marchándose, le grita a Deckard: "Lástima que ella no pueda vivir, pero ¿quién vive?".
Al regresar a su apartamento Deckard encuentra a Rachael. Se marchan los dos, pero antes encuentra un origami que le ha dejado Gaff. ¿Quizás es que le permiten la libertad? Con esa interrogante finaliza esta película de culto, obra maestra del género de ciencia ficción.
Hay otro montaje del año 1992 realizado por Ridley Scott, donde el final no es tan feliz. En este último Deckard acaba solo.
A partir de ahí Scott ha rodado innumerables film, muchos de ellos famosísimos y taquilleros, como:
La sombra del testigo (1987) con Tom Berenger, Mimi Rogers, Lorraine Bracco.
Black Rain (1989) con Michael Douglas, Andy Garcia y Kate Capshaw.
Thelma y Louise (1991) con Susan Sarandon, Geena Davis, Brad Pitt.
1492: La conquista del paraíso (1992) con Gérard Depardieu, Sigourney Weaver, Armand Assante.
La teniente O'Neil (1997) con Demi Moore, Viggo Mortensen, Anne Bancroft.
Gladiator (2000) con Russell Crowe, Joaquin Phoenix, Connie Nielsen.
Hannibal (2001) con Anthony Hopkins, Julianne Moore, Ray Liotta.
Black Hawk derribado (2002) con Josh Hartnett, Eric Bana, Ewan McGregor.
El reino de los cielos (2005) con Orlando Bloom, Eva Green, Liam Neeson.
Está previsto que se estrene éste año una nueva versión de Robin Hood con Russell Crowe y para el 2011 una precuela de Alien.
Comencé estas líneas comentando que Ridley Scott había tenido unos de los inicios más prometedores de la historia del cine, pero desgraciadamente ahí se quedó. Ha sido y es un buen artesano, solo hay que ver las películas citadas anteriormente. Quizás La sombra del testigo es un thriller donde brilla el Scott de las grandes ocasiones, Black Rain aúna esa atmósfera asfixiante que nos podría recordar vagamente a Blade Runner, o el comienzo de Gladiator, con unos primeros treinta minutos increíbles y fantásticos, pero simplemente son eso, buenas películas, de las que la industria del cine produce todos los años unas pocas. Alien y Blade Runner, las podemos catalogar de obras maestras, de películas que han marcado un antes y un después. Así que termino como empecé, parafraseando, en este caso a Roy Batty: “El talento de Ridley Scott se ha perdido en el tiempo, como lágrimas en la lluvia”